4. LA CREACIÓN

(1)

A. En el principio agradó a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo: He 1:2; Jun. 1:2, 3; Gn. 1:2; Job 26:13; 33:4.
B. Para la manifestación de la gloria de su poder, sabiduría y bondad Eternos: Ro. 1:20; Jer. 10:12; Sal 104:24; 33:5, 6; Pr. 3:19; Hch. 14:15, 16.
C. Crear o hacer el mundo y todas las cosas que en él hay, ya sean visibles o invisibles: Gn. 1:1; Jun. 1:2; Col. 1:16.
D. En el lapso de seis días: Gn. 2:1-3; Ex. 20:8-11.
E. Y todas muy buenas: Gn. 1:31; Ec. 7:29; Ro. 5:12.

LA CREACIÓN

Todo lo que existe en el tiempo y el espacio tuvo un principio. Yo tuve un principio; todos tuvimos un principio. La casa en que vivimos ha tenido un principio. La ropa que vestimos ha tenido un principio. Hubo un tiempo en que nuestras casas, nuestra ropa, nuestros automóviles, nuestras lavadoras, y nosotros mismos, no existíamos. No eran, no existían. Nada puede resultar más obvio que esto.
Como estamos rodeados por cosas y personas que obviamente tuvieron un principio, nos vemos tentados a saltar a la conclusión de que todo tuvo un principio. Esta conclusión, sin embargo, podría ser un salto fatal al abismo de lo absurdo. Sería fatal para la religión. También sería fatal para la ciencia y la razón.
¿Por qué? ¿No dije en un comienzo que todo lo que existe en el tiempo y el espacio tuvo un principio? ¿No es acaso lo mismo que decir que todo tuvo un principio? De ningún modo. Resulta simplemente imposible lógica y científicamente que todo haya tenido un principio. ¿Por qué? Si todo lo que existe tuvo un principio, entonces debe haber habido un tiempo cuando nada existía.
Detengámonos un instante para reflexionar. Intentemos imaginarnos que nada existe. Absolutamente nada. No podemos ni siquiera concebir la nada absoluta. El concepto en sí mismo es la negación de algo.
Sin embargo, si dicho tiempo cuando nada existía fue, ¿qué habría ahora? Exactamente. ¡Nada! Si no había nada, entonces la lógica me obliga a deducir que siempre habrá nada. Ni siquiera es posible hablar de un "siempre" en que nada hubo.
¿Cómo podemos tener tanta certidumbre, en realidad, la más absoluta de las certezas, de que si no había nada entonces no habría nada ahora? La respuesta es sorprendentemente sencilla, a pesar de que hasta las personas muy inteligentes se tropiezan con este hecho tan obvio. La respuesta es sencillamente que no se puede extraer algo a partir de la nada. Una ley absoluta de la ciencia y de la lógica es exnihilo nihil fit (de la nada, nada surge). La nada no puede producir nada. La nada no puede reír, cantar, llorar, trabajar, bailar o respirar. Y de ningún modo puede crear. La nada no puede hacer nada porque nada es. No existe. No tiene absolutamente ningún poder porque no es.
Para que algo surgiera de la nada tendría que poseer el poder de la auto-creación. Debería ser capaz de crearse a sí mismo, de traerse a la existencia. Pero esto es a todas luces un absurdo. Para que algo se cree o se produzca a sí mismo es necesario que sea antes de ser. Pero si algo ya es, no tiene necesidad de ser creado.
Para crearse a sí mismo, algo debería ser y no ser, debería existir y no existir, al mismo tiempo y en el mismo sentido. Esto es una contradicción. Viola la más fundamental de todas las leyes científicas y racionales, la ley de la no contradicción.
Si es que sabemos algo, sabemos que si hoy algo existe, entonces, de algún modo, y en algún lugar, debe haber habido algo que no tuvo un principio. Soy consiente de que pensadores brillantes como Bertrand Russell, en su famoso debate con Frederick Copelston, argumentó que el universo presente es el resultado de una "serie infinita de causas finitas". Postula una serie infinita, desarrollándose hacia la eternidad pasada, de cosas causadas causando otras por siempre. Lo que esta idea hace es simplemente replantear el problema de la auto-creación hacia el infinito. Es un concepto fundamentalmente tonto. El hecho de que haya sido propuesto por personas inteligentes no lo hace menos tonto. Es peor que una tontería. Las tonterías pueden ser reales.
Pero este concepto es lógicamente imposible. Russell puede negar la ley de que nada surge de la nada, pero no puede refutarla sin cometer un suicidio mental. Sabemos (con certidumbre lógica) que si algo existe ahora, entonces debe haber algo que no tuvo un principio. La cuestión ahora se convierte en saber qué o quién.
Hay muchos académicos que creen que la respuesta al qué la hallamos en el universo mismo. Argumentan (como en el caso de Carl Sagan) que no hay necesidad de buscar más allá del universo para encontrar algo que no tenga un principio a partir del cual todo proviene. En otras palabras, no es necesario suponer que exista algo semejante a "Dios" que trascienda el universo. El universo, o alguna cosa dentro del universo, puede cumplir esta función perfectamente.
Hay un error muy sutil en este escenario. Tiene que ver con el significado del término trascendente. En filosofía y en teología la idea de trascendencia significa que Dios está "sobre y más allá" del universo en el sentido de que Dios es un ser de orden superior a los otros seres. Solemos referimos a Dios como el Ser supremo.
¿Qué es lo que convierte al Ser supremo en algo distinto de los seres humanos? Notemos que ambos conceptos tienen algo en común, la palabra ser. Cuando decimos que Dios es el Ser supremo, estamos diciendo que es un tipo de ser distinto a los seres ordinarios. ¿En que consiste precisamente esta diferencia? Lo llamamos supremo porque no tiene principio. Él es supremo porque todos los demás seres le deben su existencia a Él, mientras que Él no le debe su existencia a nadie. Él es el Creador eterno.
Todo lo demás es la obra de su creación. Cuando Carl Sagan y otros dicen que dentro del universo, y no por encima o más allá del universo, hay algo que no ha sido creado, simplemente están haciendo uso de sofismas para hablar sobre la morada del Creador. Están diciendo que lo que no fue creado vive aquí (dentro del universo), y no "allá afuera" (por encima o trascendiendo el universo). Pero esto todavía requiere la existencia de un Ser supremo. La parte misteriosa, a partir de la cual provienen todas las cosas creadas, todavía estará más allá y por encima de cualquier otra cosa de la creación en términos de ser. En otras palabras, todavía se requiere la existencia de un Ser trascendente.
Cuanto más indagamos sobre este "Creador dentro-del-universo", más se asemeja a Dios. No ha sido creado. Crea todo lo demás. Tiene el poder intrínseco de ser.
Lo que resulta tan claro como el agua es que si algo ahora existe, entonces debe haber un Ser supremo que lo hizo existir.
La primera afirmación de la Biblia es "En el principio creó Dios los cielos y la tierra". Este texto es fundacional para todo el pensamiento cristiano. No se trata solamente de una afirmación religiosa sino que es un concepto racionalmente necesario.
RESUMEN
1. Todo lo que existe en el tiempo y el espacio tuvo un principio.
2. De la nada no puede surgir algo. La nada, nada puede hacer.
3. Si no había nada, entonces ahora habría nada.
4. Ahora existe algo; por lo tanto, debe existir algo que no tuvo un principio.
5. Las cosas no se pueden crear a sí mismas porque esto implicaría que fueran antes de ser.
6. Si alguna "parte" del universo no ha sido creada, entonces esta "parte" es superior o trascendente a las partes que han tenido un principio.
7. Un ser que no ha sido creado es supremo (es un ser de un orden superior a los seres creados), independientemente de dónde esté su morada.
8. La trascendencia se refiere a un nivel de existencia, no a la geografía.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Génesis 1, Salmo 33:1-9, Salmo 104:24-26, Jeremías 10:1-16, Hebreos 11:3.

EL ORDEN EN LA CREACIÓN

Nuestra discusión sobre los decretos divinos nos conduce al examen de su ejecución, es decir, a la obra de la creación que señala su comienzo. Este es el principio y base de toda revelación y el fundamento de la vida religiosa.

LA CREACIÓN EN GENERAL

La palabra creación no siempre se usa en la Biblia con el mismo significado. En su sentido estricto tal palabra denota la obra de Dios por la cual produjo el universo y todo lo que en él hay, en parte sin el uso de materiales pre-existentes, pero también usando materiales que por su naturaleza son inapropiados para la manifestación de Su gloria.
La creación es obra del Dios trino, Génesis 1:2, Job. 26: 13; 33:4; Salmo 33: 6; Isaías 40:12-13; Juan 1: 3; 1 Cor. 8: 6; Col. 1: 15-17. En contra del Panteísmo debemos sostener que la creación fue un acto libre de Dios. Es decir, Dios no necesitaba al universo material, Efesios 1:11; Apoc. 4:11.
Contra el deísmo afirmamos que Dios creó al universo de tal modo que dependiera de Él para siempre. Es pues Dios quien debe sostenerlo de día en día, Hechos 17:28; Hebreos 1:3.
EL TIEMPO DE LA CREACIÓN
La Biblia nos enseña que Dios creó el mundo «en el principio», es decir, al principio de todas las cosas temporales. Detrás de este «principio» nos hallamos frente a una eternidad infinita. La primera parte de la obra creadora nos es mencionada en Génesis 1: 1 y fue la creación sin material pre-existente o mejor dicho creación de la nada.
La expresión «crear de la nada» no se encuentra en la Biblia, sino solamente en uno de los libros apócrifos, 2 Macabeos 7:28. La idea de creación de la nada se encuentra encerrada en los pasajes siguientes: Génesis 1:1; Salmo 33:9; 148: 5; Romanos 4: 7 y Hebreos 11: 3.
EL PROPÓSITO FINAL DE LA CREACIÓN
Algunos enseñan que el propósito de la creación es la felicidad del hombre. Arguyen que Dios no puede ser en sí mismo el propósito final de la creación porque Dios es un ser suficiente en sí mismo. Al contrario, el hombre existe por Dios y no Dios para el hombre. La Biblia nos enseña claramente que Dios creó al mundo para así manifestar Su gloria. Naturalmente esta manifestación de su gloria no tiene por objeto promover una cierta admiración por parte de la criatura, sino que desea contribuir a su bienestar, hacer surgir en sus corazones la adoración al Creador. Isaías 43:7; 60:21; 61:3; Ezequiel 36:21-22; 39:7; Lucas 2:14; Romanos 9:17; 11; 36; 1 Cor. 15:28; Efesios 1:5. 6, 12, 14; 3:9-10; Col. 1:16.
SUSTITUTOS PARA LA DOCTRINA DE LA CREACIÓN
Los que rehúsan aceptar la doctrina de la creación presentan las siguientes teorías para explicar el universo.
1. Algunos dicen que la materia original es eterna y que el universo surgió de ella por pura casualidad o por efecto de alguna fuerza superior. Esta teoría incurre en la contradicción de suponer la existencia de dos cosas eternas e infinitas, existiendo la una al lado de la otra, es decir, la materia y la fuerza. Tal explicación es lógicamente imposible.
2. Otros mantienen que Dios y el universo son en realidad una sola cosa y que el universo es la consecuencia necesaria o producto del divino ser. Esta teoría quita a Dios el poder de su propia determinación, y niega a los hombres su libertad y su carácter moral y responsable. Al mismo tiempo hace a Dios autor del mal que existe en el mundo.
3. Finalmente algunos se refugian en la teoría de la evolución. La evolución no ofrece solución alguna para explicar el origen del mundo, ya que en principio supone la existencia de algo que se desarrolla gradualmente.

EL MUNDO ESPIRITUAL

Dios no tan sólo creó un universo material sino que creó también un mundo espiritual angélico.
PRUEBA PARA LA EXISTENCIA DE LOS ÁNGELES
La teología liberal moderna ha abandonado su fe en los seres espirituales. La Biblia, al contrario, asume su existencia y les atribuye una personalidad real. 2 Samuel 14:20; Mateo 24:36; Judas 6; Apoc. 14:10. Algunos enseñan que los ángeles tienen cuerpos etéreos, pero esto es contrario a las Escrituras. Los ángeles son seres espirituales y puros (aunque algunas veces se nos presentan en formas materiales), Efesios 6:12; Hebreos 1:14, sin carne y huesos, Lucas 24:39, y por tanto invisibles, Col. 1:16. Algunos de ellos Son buenos, santos y elegidos, Marcos 8:38; Lucas 9:26; 2 Cor. 11:14; 1 Tim. 5:21; Apoc. 14:10, y otros cayeron de su estado original y consecuentemente son seres malos, Juan 8:44; 2 Pedro 2:4; Judas 6.
CLASES DE ÁNGELES
Es evidente que existen diferentes clases de ángeles. La Biblia nos habla de los querubines, quienes revelan el poder, majestad y gloria de Dios, y guardan su santidad en el jardín del Edén, en el tabernáculo y el templo. Génesis 3:24; Ex 25:18; 2 Sam 22:11; Sal. 18:10; 80:1; 99:1; Isaías 37:16. Además encontramos a los serafines mencionados solamente en Isaías 6:2, 3. 6. Los serafines son los siervos de Dios en su trono, cantan alabanzas a El y están siempre listos para hacer sus propósitos. Su fin es reconciliar y preparar a los hombres para que se acerquen debidamente a Dios.
Dos de los ángeles los conocemos por su nombre. El primero es Gabriel, Dan. 8:16; 9:21 Lucas 1:10, 26. Su tarea especial era comunicar a los hombres revelaciones divinas e interpretadas. El segundo es Miguel, Daniel 10:13, 21; Judas 9; Apoc. 12:7.
En la carta de Judas recibe el nombre de arcángel. Es un luchador valiente que pelea las, batallas de Dios contra los enemigos de Su pueblo y los poderes malos en el mundo espiritual. La Biblia menciona también varios términos generales a saber, principados, potestades, tronos, dominios, señoríos, Efesios 1 :21; 3 :10; Col. 1 :16; 2: 10; 1 Pedro 3 :22. Estos nombres denotan diferencias en jerarquía y dignidad entre los ángeles.
LA OBRA DE LOS ÁNGELES
Los ángeles adoran y alaban a Dios sin cesar, Salmo 130:20; Isaías 6, Apoc. 5:11.
Desde que el pecado entró en el mundo, los ángeles sirven a los herederos de la salvación, Hebreos 1 :14, se gozan en la conversión de los pecadores, Lucas 15 :10, guardan a los creyentes, Salmo 34:7; 91 :11, protegen a los pequeños, Mateo 18:10, se hallan presentes en la iglesia, 1 Cor. 11 :10; Efesios 3 :10; 1 Tim. 5 :21, y conducen a los creyentes al seno de Abraham, Lucas 16 :22. A menudo son los portadores de revelaciones especiales de Dios, Daniel 9:21-23, Zac. 1:12-14. Imparten las bendiciones de Dios a su pueblo, Salmo 91:11-12; Isaías 63:9; Dan .6:22; Hechos 5:19 y ejecutan los juicios de Dios contra sus enemigos, Génesis 19: 1, 13; 2 Reyes 19:35; Mateo 13:41.
LOS ÁNGELES MALOS
Aparte de los ángeles buenos hay también ángeles malos que se gozan en oponerse a Dios y destruir su obra. Estos ángeles fueron creados buenos, pero no llegaron a retener su posición original, 2 Pedro 2:4; Judas 6. No sabemos exactamente cuál fue su pecado, pero probablemente se rebelaron contra Dios y aspiraron a su divina autoridad, v. 2 Tes. 2:4, 9. Satán, que era un príncipe entre los ángeles, vino a ser el jefe de los que cayeron en pecado, Mateo 25:41; 9:34; Efesios 2:2. Con sus poderes sobrenaturales Satán y sus huestes tratan de destruir la obra de Dios. Sabemos que tratan de cegar y engañar hasta a los elegidos, y dan ánimo a los pecadores para que sigan en sus malos caminos.

EL UNIVERSO MATERIAL

En Génesis 1:1 encontramos la historia de la creación original de los cielos y la tierra. El resto del capítulo nos explica lo que algunos han llamado la creación secundaria, es decir, cómo Dios llevó a cabo la creación del mundo en seis días.
LOS DÍAS DE LA CREACIÓN
Se ha deliberado mucho sobre la cuestión de si los días de la creación fueron días ordinarios o no. Los geólogos y los proponentes de la teoría de la evolución nos hablan de largos períodos de tiempo. Es cierto que la palabra «día» en la Escritura no siempre significa un día de 24 horas. Véase: Génesis 1: 5; 2:4; Salmo 50: 15; Eclesiastés 7: 14; Zac. 4:10. Sin embargo, creemos que las siguientes consideraciones favorecen el interpretar los días de la creación como días de 24 horas:
1. La palabra hebrea yom (día) denota normalmente un día ordinario, y a menos que el contexto requiera otra interpretación, deberíamos entenderlo como un día de 24 horas.
2. La repetición de las expresiones «mañana» y «tarde» favorece esta interpretación.
3. Fue también un día de 24 horas que Dios separó como a día de descanso al final de la creación.
4. Éxodo 20: 9-11 nos enseña que Israel debe trabajar seis días y descansar el séptimo, porque Jehová hizo los cielos y la tierra en seis días y descansó el séptimo.
5. Es evidente que los tres últimos días fueron días de 24 horas porque se hallaban determinados por la relación de la tierra al sol. Ahora bien, si los tres últimos días eran de 24 horas, ¿por qué no los cuatro primeros?
LA OBRA DE LOS SEIS DÍAS
En el primer día Dios creó la luz y formó el día y la noche al separar la luz de las  tinieblas. Esto no contradice el hecho de que el sol, la luna y las estrellas fueron creados en el cuarto día, ya que los astros no son la misma luz sino solamente lumbreras. La obra del segundo día fue también una obra separadora. Dios separó las aguas superiores e inferiores y estableció el firmamento. En el tercer día la obra de separación continuó con la separación del mar y la tierra Seca. Además Dios estableció en este día el reino vegetal, los árboles y las plantas.
Por el poder de su Palabra Dios hizo que la tierra produjese plantas sin flor, vegetales y árboles frutales cada uno según su simiente y clase. En el cuarto día Dios creó el sol, la luna y las estrellas para varios fines, es decir, para dividir el día de la noche, ser señales de las condiciones atmosféricas, regular la sucesión de días, meses y años y de las estaciones, pero al mismo tiempo para ser lumbreras de la tierra.
La obra del quinto día fue la creación de pájaros y peces, los habitantes del aire y del agua. Finalmente, el sexto día marcó el clímax de la obra creadora. Dios creó los animales superiores, y como corona de esta creación puso al hombre hecho a la imagen de Dios. El cuerpo del hombre fue hecho del polvo de la tierra, pero su alma fue producto de la creación inmediata de Dios. En el séptimo día Dios descansó de su obra y se alegró al contemplar la misma.
Notemos el paralelo que existe entre la obra de los tres primeros días y de los tres últimos:
1. Creación de la luz.
2. Creación de la expansión y separación de las aguas.
3. Separación de las aguas y la tierra seca y preparación de ésta para ser la habitación de los animales y el hombre.
4. Creación de las lumbreras.
5. Creación de los pájaros del aire y de los peces del mar.
6. Creación de las bestias del campo, ganado y reptiles, y finalmente del hombre.
LA TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN
Los evolucionistas tratan de sustituir el origen bíblico de la creación por sus propios puntos de vista y teorías. Dicen que todas las especies de plantas y animales, incluyendo al hombre, y que las diferentes manifestaciones de vida tales como la inteligencia, moralidad y religión se desarrollaron por un proceso natural perfecto, simplemente como resultado de las fuerzas de la Naturaleza. Sin embargo, tal teoría es una simple suposición y tiene innumerables errores. Además está en serio conflicto con el relato de la creación que encontramos en la Biblia.
TEXTOS PARA APRENDER DE MEMORIA
LA CREACIÓN.
1. Génesis 1:1. «En el principio crió Dios los cielos y la tierra».
2. Salmo 33:6. «Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca».
3. Juan 1:3. «Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho fue hecho».
4. Hebreos 11:3. «Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía».
EL PROPÓSITO FINAL DE LA CREACIÓN
1. Isaías 43:6-7. «Trae... todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los crié, los formé, y los hice».
2. Salmo 19:1-2. «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y la expansión denuncia la obra de sus manos».
3. Salmo 148:13. «Alaben el nombre de Jehová, porque sólo su nombre es elevado; su gloria es sobre tierra y cielos».
LOS ÁNGELES
1. Salmo 103:20. «Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza. Que ejecutáis su palabra, obedeciendo a la voz de su precepto».
2. Hebreos 1:14. ¿No son todos espíritus administradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de salud?
3. Judas 6. «Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, mas dejaron su habitación, los ha reservado debajo de oscuridad en prisiones eternas hasta el juicio del gran día».
EL TIEMPO DE LA CREACIÓN
1. Génesis 1:1. «En el principio crió Dios los cielos Y la tierra».
2. Éxodo 20:11. «Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, la mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día: por tanto Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó».
PARA ESTUDIO BÍBLlCO ADICIONAL
1. ¿En qué sentido se usa la palabra «crear» en Salmo 51:10; 104:30; Isaías 45:7?
2. ¿Podemos decir que Génesis 1:11, 12, 20, 24, favorecen la teoría de la evolución? Véase también Génesis 1:21, 25; 2:9.
3. ¿Qué nos enseñan los siguientes pasajes sobre el pecado de los ángeles? 2 Pedro 2:4; Judas 6; véase también 2 Tesalonicenses 2:4-12.
(2)
A. Después que Dios hubo creado todas las demás criaturas, creó al hombre, varón y hembra, con almas racionales e inmortales, haciéndolos aptos para la vida con Dios para la cual fueron creados: Gn. 1:27; 2:7; Stg. 2:26; Mt. 10:28; Ec. 12:7.
B: Siendo hechos a imagen de Dios, en conocimiento, justicia y santidad de la verdad: Gn. 1:26,27; 5:1-3; 9:6; Ec. 7:29; 1 Co. 11:7; Stg. 3:9; Col. 3:10; Ef. 4:24.
C. Teniendo la ley de Dios escrita en sus corazones, y el poder para cumplirla y, sin embargo, con la posibilidad de transgredirla, por haber sido dejados a la libertad de su propia voluntad, que era mutable: Ro. 1:32; 2:12a, 14,15; Gn. 3:6; Ec. 7:29; Ro. 5:12.

EL HOMBRE EN SU ESTADO ORIGINAL

Después de haber considerado la doctrina de Dios pasamos al estudio de la doctrina del hombre, que es la corona de la obra de Dios.
LOS ELEMENTOS ESENCIALES DE LA NATURALEZA HUMANA
El punto de vista más corriente es que el hombre está compuesto de dos partes, el cuerpo y el alma. Tal creencia está en armonía con el sentimiento humano y también con las Escrituras que nos hablan del hombre como a un ser compuesto de «cuerpo y alma». Mateo 6:25; 10:28 o bien de «espíritu y cuerpo», Eclesiastés 12:7; 1 Corintios 5:3, 5. Algunos creen que las palabras «alma» y «espíritu» denotan elementos diferentes y que por tanto el hombre consiste en «cuerpo, alma y espíritu». Véase 1 Tesalonicenses 5:23.
En cambio, es evidente que las palabras «alma» y «espíritu» se usan sinónimamente. La muerte nos es descrita como un «salir del alma», Génesis 53:18; 1 Reyes 17:21 y otras veces como a la salida del espíritu, Lucas 23:46; Hechos 7:59. Los muertos reciben el nombre de «almas» en algunos casos, Apocalipsis 9:6 y 20:4, pero en otros casos el de «espíritus», 1 Pedro 3:19 y Hebreos 12:23. Estos términos denotan al elemento espiritual del hombre visto desde diferentes puntos de vista. Como a «espíritu» es el principio de vida y acción que controla al cuerpo, y como a «alma» es el sujeto personal que piensa, siente, quiere y es origen de los afectos.
EL ORIGEN DEL ALMA
Existen tres diferentes opiniones sobre el origen del alma humana.
PRE-EXISTENCIA
Algunos enseñan que las almas humanas existieron en un estado anterior y que algo ocurrió que explica su condición presente. Para algunos tal hipótesis les ha ayudado a explicar el hecho de que el hombre nace en pecado, pero tal opinión ha sido generalmente descartada.
TRADUCIANISMO
Según los que así creen el hombre deriva su alma, del alma de sus padres. Esta es la opinión común en las Iglesias Luteranas. Sus argumentos son el que no se halle en lugar alguno un relato sobre la creación del alma de Eva y que en otros lugares de la Biblia se habla de los descendientes como que están en los lomos de sus padres, Génesis 46:26; Hebreos 7:9-10. Favorece tal opinión el que en los seres humanos y aun en los animales hay características de familia que pasan de los viejos a los jóvenes, y en el caso de los hombres los hijos heredan de sus padres la naturaleza pecaminosa, algo que tiene más que ver con el alma que con el cuerpo.
Sin embargo, tal opinión se enfrenta con serias dificultades, ya que hace a los padres creadores de sus hijos en cierto sentido, o asume que el alma humana puede ser dividida en varias partes. Así mismo pone en peligro la doctrina de la naturaleza sin pecado de Cristo.
CREACIONISMO
El creacionismo sostiene que el alma es la creación directa de Dios en un tiempo que no puede ser determinado con precisión. Las almas son creadas puras pero se contaminan Con' el pecado antes del nacimiento al entrar en contacto con el pecado que azota a la humanidad. Esta opinión es muy común entre las iglesias reformadas.
En favor de la misma encontramos que la Biblia asigna orígenes diferentes al cuerpo y al alma, Eclesiastés 12:7; Isaías 42:5; Zacarías 12:1; Hebreos 12:9. Además armoniza bien con la naturaleza espiritual del alma y con la naturaleza sin pecado de Jesús.
Pero también tiene sus dificultades, ya que no explica el origen de peculiaridades y características hereditarias, y para algunos quizá parezca que hace a Dios autor de las pecaminosas.
EL HOMBRE COMO IMAGEN DE DIOS
El hombre, según la Biblia, fue creado a imagen y semejanza de Dios. Génesis 1:26 enseña que Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza». Ambas palabras «imagen» y «semejanza» denotan la misma cosa y los pasajes siguientes prueban que se usan sinónimamente: Génesis 1:26, 27; 5:1; 9:6; 1 Corintios 11:7; Colosenses 3:10; Santiago 39. La palabra «semejanza» probablemente denota que tal imagen es muy parecida o similar. Hay varias opiniones sobre la imagen de Dios en el hombre:
LA DE LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA.
Los católicos romanos encuentran la imagen de Dios en ciertos dones naturales que el hombre posee, tales como la espiritualidad del alma, la libre voluntad y la inmortalidad. Al tal Dios añade otro don sobrenatural llamado justicia original para reprimir a la naturaleza inferior. Esto, según ellos, es la imagen de Dios en el hombre.
LA DE LAS IGLESIAS LUTERANAS
Los luteranos no están completamente de acuerdo entre sí sobre tal punto, pero la opinión más generalmente aceptada es que la imagen de Dios consiste en aquellas cualidades espirituales que fueron otorgadas al hombre durante la creación, es decir, verdadero conocimiento, justicia y santidad. A las tales se llama justicia original. Sin embargo tal opinión es demasiado estrecha y restringida.
LA DE LAS IGLESIAS REFORMADAS
Los reformados distinguen entre la imagen natural y la imagen moral de Dios. La primera es mucho más amplia y abarca el ser moral, racional, espiritual e inmortal del hombre. Tal imagen fue obscurecida pero no destruida por el pecado. La imagen moral de Dios se usa en sentido más restringido para expresar la verdadera justicia, conocimiento y santidad que el hombre perdió por el pecado original.
Estas características nos son restituidas en Cristo, Efesios 4:24 y Colosenses 3:10. Puesto que el hombre retuvo la imagen de Dios en el sentido más amplio puede aun ser llamado portador de la imagen de Dios; Génesis 9:6; 1 Corintios 11:7; 15:49; Santiago 3:9.
EL HOMBRE EN EL PACTO DE LAS OBRAS
Dios inmediatamente estableció un pacto con el hombre. Este pacto original ha sido llamado el pacto de las obras.
TESTIMONIO BÍBLICO SOBRE EL PACTO DE LAS OBRAS
1. En Rom. 5:12-21 el apóstol Pablo establece un paralelo entre Adán y Cristo. En Adán todos mueren, más en Cristo todos aquellos que son suyos reciben la vida. Esto. Significa que Adán era el representante y cabeza de todos los hombres tal como ahora Cristo es cabeza y representante de todos los que son suyos.
2. En Óseas 6:7 leemos: Mas ellos, como Adán, traspasaron el pacto. El pecado de Adán es llamado una trasgresión del pacto.
LOS ELEMENTOS DEL PACTO DE LAS OBRAS.
1. Las partes. Todo pacto es siempre un convenio entre dos partes. En este caso son el trino Dios, Señor y Soberano del universo y Adán como representante de la raza humana. Puesto que estas dos partes son muy desiguales, el pacto es más bien un arreglo impuesto al hombre.
2. La promesa. La promesa del pacto es una promesa de vida en su más alto significado, vida por encima de toda posibilidad de la muerte. Esta vida es la que ahora los creyentes reciben por mediación de Jesucristo, el segundo Adán.
3. La condición. La condición del pacto era obediencia absoluta. El mandato positivo de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, era ni más ni menos que una prueba de tal obediencia.
4. El castigo. El castigo era la muerte en su sentido más amplio, muerte física, espiritual y eterna. Esto es, no tan sólo la separación del cuerpo y el alma sino también la separación del alma y Dios.
5. Los sacramentos. El árbol de la vida era con toda probabilidad el único sacramento de este pacto, si se le puede llamar con el nombre de sacramento. En este sentido era un símbolo y sello de la vida.
VALIDEZ PRESENTE DEL PACTO DE LAS OBRAS
Los Arminianos mantienen que este pacto fue abolido completamente, pero tal opinión no es correcta. Las demandas de perfecta obediencia están aun en vigor para aquellos que no aceptan la justicia de Cristo, Levítico 18:5; Gálatas 3:12. Aunque el hombre no pueda cumplir tal justicia, la condición permanece la misma. Sin embargo, no tiene aplicación a aquellos que se hallan en Cristo Jesús ya que El cumplió las demandas de la ley en su lugar. Asimismo el pacto de las obras cesó de ser un camino para la vida, y permaneció desprovisto de su poder después de la caída del hombre.
1. Los elementos de la naturaleza humana.
A. Mateo 10:28. «Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar: temed antes a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno».
B. Romanos 8:10. «Empero si Cristo está en vosotros el cuerpo a la verdad está muerto a causa del pecado: mas el espíritu vive a causa de la justicia».
2. La creación del alma.
A. Eclesiastés 12:7. «Y el polvo se torne a la tierra como era, y el espíritu se vuelva a Dios que lo dio».
B. Hebreos 12:9. «Por otra parte, tuvimos por castigadores a los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos. ¿Por qué no obedeceremos mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?»
3. La creación del hombre a la imagen de Dios.
A. Génesis 1:27. «Y crió Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo crió; y varón y hembra los crió».
B. Génesis 9:6. «El que derramare sangre del hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre».
4. El hombre tiene un algo de la imagen de Dios.
A. Véase el versículo anterior, Génesis 9:6.
B. Santiago 3:9. «Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, los cuales son hechos a la semejanza de Dios».
5. La restauración de la imagen de Dios en el hombre.
A. Efesios 4:24. «Y vestir el nuevo hombre que es criado conforme a Dios en justicia y en santidad de verdad».
B. Colosenses 3: 10. «Y revestíos del nuevo, el cual por el conocimiento es renovado conforme a la imagen del que lo crió».
6. El pacto de las obras.
A. Óseas 6:7. «Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto».
B. 1 Corintios 15:22. «Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados»
PARA ESTUDIO BIBLICO ADICIONAL
1. ¿Cómo podemos explicar aquellos pasajes que parecen enseñar que el hombre consiste de tres elementos? Véase 1 Tesalonicenses 5:23; Hebreos 4: 12; compárese con Mateo 22:37.
2. ¿El dominio del hombre sobre el resto de la creación es así mismo parte de la imagen de Dios? Génesis 1:26, 28; Salmo 8:6-8; Hebreos 2:5-9.
3. ¿Qué indicios de un pacto podemos encontrar en Génesis 2 y 3?

LA VOLUNTAD DE DIOS

Doris Day cantaba una canción popular llamada "(Lo) que será, será". A primera vista, el tema de esta canción parece transmitir un tipo de fatalismo que es deprimente. La teología islámica frecuentemente dice con respecto a algún acontecimiento específico: "Así es la voluntad de Alá".
La voluntad de Dios -su autoridad soberana sobre su creación y sobre todo lo que en ella hay es un tema muy importante en la Biblia. Cuando nos referimos a la voluntad de Dios lo hacemos, por lo menos, de tres maneras distintas. El concepto más amplio se conoce como la voluntad secreta, decretal, o soberana de Dios.
Los teólogos utilizan esta expresión para referirse a la voluntad de Dios por medio de la cual en su soberanía ordena todo lo que tiene lugar. Como Dios es soberano y su voluntad no puede verse frustrada, podemos tener la certeza de que nada sucede fuera de su control. Por lo menos, debe "permitir" que suceda lo que sucede. Pero incluso cuando Dios pasivamente permite que sucedan las cosas, elige permitirlas en la medida que siempre tiene el poder y el derecho de evitar e intervenir en las acciones y los acontecimientos de este mundo. En la medida que permite que las cosas sucedan, "está disponiendo" de ellas en este sentido.
Aunque la soberana voluntad de Dios nos suele ser desconocida hasta que se haya cumplido, hay un aspecto de su voluntad que nos resulta muy claro -su voluntad preceptiva. Dios revela su voluntad por intermedio de su santa ley. Por ejemplo, es la voluntad de Dios que no robemos; que amemos a nuestros enemigos; que nos arrepintamos; que seamos santos. Este aspecto de la voluntad de Dios nos ha sido revelado en su Palabra y en nuestras conciencias, en las que Dios ha escrito su ley moral sobre nuestros corazones.
Sus leyes, ya sean las que encontramos en la Escritura o en nuestro corazón, tienen plena vigencia. No tenemos ninguna autoridad para violar su voluntad. Tenemos el poder o la capacidad de distorsionar la voluntad preceptiva de Dios, pero nunca tendremos el derecho de hacerlo. Tampoco es una excusa que nos disculpemos por pecar, diciendo: "(Lo) que será, será". Puede ser la voluntad soberana y secreta de Dios que se nos "permita" pecar, al disponer que su voluntad se cumpla por intermedio de los actos pecaminosos de la gente.
Dios dispuso que Jesús fuera traicionado por instrumento de la traición de Judas. Pero esto no convierte al pecado de Judas en una traición menor o a Judas en menos malvado. Cuando Dios nos "permite" que transgredamos su voluntad preceptiva, no debemos entender este permiso en un sentido moral, de otorgarnos un derecho moral. Su permiso nos da el poder de pecar, pero no el derecho a pecar.
La tercer manera como la Biblia habla de la voluntad de Dios es con respecto a la voluntad de disposición de Dios. Esta voluntad nos describe la actitud de Dios. Nos define qué es lo que le agrada a Dios. Por ejemplo, Dios no se deleita en la muerte de los malvados, pero dispone o decreta la muerte de los malvados. El deleite supremo de Dios está en su propia santidad y justicia.
Cuando Dios juzga al mundo, se deleita en reivindicar su propia rectitud y justicia, pero no se complace por haberse vengado, para decirlo de cierto modo, de los que debían recibir su juicio. Dios se complace cuando nosotros encontramos nuestro placer en la obediencia. Se disgusta, y mucho, cuando somos desobedientes.
Muchos cristianos se preocupan, y hasta llegan a obsesionarse, por encontrar la "voluntad" de Dios para sus vidas. Si la voluntad que estamos buscando es su voluntad secreta, oculta, o decretal, entonces nuestra búsqueda será infructuosa. El consejo secreto de Dios es un secreto que le pertenece. No le ha agradado darlo a conocer a nosotros. Lejos de ser una señal de espiritualidad, la búsqueda de la voluntad secreta de Dios es una invasión inexcusable a lo que es privativo de Dios. El consejo secreto de Dios no es asunto nuestro. Por eso es que la Biblia asume, en parte, una posición muy negativa con respecto a los adivinadores, la necromancia, y otras formas de prácticas prohibidas.
Debemos ser sabios y seguir el consejo de Juan Calvino cuando dijo: "Cuando Dios cierra su santa boca, dejo de insistir".
La verdadera señal de espiritualidad es la que encontramos en quienes buscan conocer la voluntad de Dios revelada en su voluntad preceptiva. Es la persona piadosa que medita en la ley de Dios de noche y de día. Mientras buscamos la "guía" del Espíritu Santo, es fundamental que recordemos que el Espíritu Santo nos guía antes que nada a la justicia. Hemos sido llamados a vivir nuestras vidas de acuerdo con cada palabra que salga de la boca de Dios.
La voluntad revelada de Dios deberá ser nuestra ocupación; incluso más, en realidad deberá consistir en la principal ocupación de nuestras vidas.
RESUMEN
1. La voluntad de Dios significa tres cosas:
(A) La voluntad decretal soberana es la voluntad por medio de la cual Dios hace que se cumplan todos sus decretos y ordenanzas. Esta voluntad es secreta hasta el momento en que acontezca.
(B) La voluntad preceptiva es la ley o los mandamientos revelados por Dios. Tenemos la capacidad de transgredirlos, aunque no el derecho.
(E) La voluntad de disposición describe la actitud o la disposición de Dios. Nos revela lo que le agrada a Dios.
2. El pecado humano cuenta con el "permiso" soberano de Dios pero no cuenta con su aprobación moral.
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN
Juan 19:11, Romanos 9:14-18, Efesios 1:11, Colosenses 1:9-14, Hebreos 6: 13-18, 2 Pedro 3:9
(3)
A. Además de la ley escrita en sus corazones, recibieron un mandato de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal; y, mientras lo guardaron, fueron felices en su comunión con Dios y tuvieron dominio sobre las criaturas: Gn. 1:26,28; 2:17.

EL PACTO DE LAS OBRAS

Cuando Adán y Eva fueron creados, tenían una relación moral con Dios, su Creador. Le debían obediencia sin ningún derecho inherente a reclamar una recompensa o bendición por dicha obediencia. En su amor, misericordia, y gracia, sin embargo, Dios voluntariamente entró en una alianza con sus criaturas para agregar una promesa de bendición a su ley. No se trataba de una alianza entre socios en igualdad de condiciones, sino una alianza que descansaba en la iniciativa de Dios y en su divina autoridad.
El pacto original entre Dios y la humanidad fue un pacto de obras. En este pacto, Dios exigía una obediencia perfecta y total a su gobierno. Les prometió la vida eterna como bendición él la obediencia, pero amenazó a la humanidad con la muerte si desobedecía la ley de Dios. Todos los seres humanos desde Adán hasta la actualidad están ineludiblemente incluidos en este pacto.
Las personas puede rehusarse a obedecer o incluso pueden hasta no reconocer la existencia de dicho pacto, pero no pueden escaparse de sus cláusulas. Todos los seres humanos están bajo una relación pactada con Dios, ya sea como transgresores de dicho pacto o como fieles cumplidores del mismo. El pacto de las obras es la base de nuestra necesidad de salvación (porque lo hemos violado) y nuestra esperanza de redención (porque Cristo ha tomado nuestro lugar y cumplido con las cláusulas del pacto).
Basta solo un pecado para transgredir el pacto de las obras y convertirnos en deudores incapaces de saldar nuestra deuda con Dios. El hecho de que nosotros, después de haber cometido aunque tan solo sea un pecado, tengamos alguna esperanza de ser redimidos se debe a la gracia de Dios, y únicamente a la gracia de Dios.
Las recompensas que recibiremos de Dios en el cielo son también actos de gracia. Son la coronación de Dios de sus propias dádivas de gracia. Si Adán hubiese sido obediente al pacto de las obras, solo habría alcanzado el mérito en virtud de haber cumplido lo pactado con Dios. Como Adán pecó, Dios, en su misericordia, instituyó un nuevo pacto de la gracia que hizo posible y vigente la salvación.
Hay solo un humano que cumplió el pacto de las obras. Esa persona fue Jesús. Su obra como el segundo o el nuevo Adán cumplió con todos los términos de nuestro pacto original con Dios.
El mérito que logró al cumplirlo está disponible para todos los que confían en Jesús. Jesús es la primera persona en entrar al cielo por sus buenas obras. Nosotros también podemos alcanzar el cielo por buenas obras las buenas obras de Jesús. Se convierten en "nuestras" buenas obras cuando recibimos a Jesús por la fe. Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, Dios nos acredita las buenas obras de Cristo en nuestra cuenta. El pacto de la gracia cumple con el pacto de las obras porque Dios gratuitamente asigna el mérito de Cristo en nuestra cuenta. Por la gracia, entonces, es que podemos cumplir con los términos establecidos en el pacto de las obras.
RESUMEN
1. Dios estableció un pacto de obras con Adán y Eva.
2. Todos los seres humanos están ineludiblemente comprometidos con el pacto de las obras establecido por Dios.
3. Todos los seres humanos han violado el pacto de las obras.
4. Jesús cumplió con el pacto de las obras.
5. El pacto de la gracia nos confiere los méritos de Cristo, que permiten satisfacer los términos del pacto de las obras.
PASAJES BÍBLICOS PAR LA REFLEXIÓN
Génesis 2:17, Romanos 3:20-26, Romanos 10:5-13, Gálatas 3:10.

LA ALIANZA

La estructura básica de la relación que Dios ha establecido con su pueblo es la alianza. Una alianza es algo así como un contrato. Si bien hay algunas similitudes entre las alianzas y los contratos, hay también algunas diferencias importantes. Se trata en ambos casos de acuerdos que crean compromisos. Los contratos suelen consolidarse a partir de dos posiciones negociadoras en igualdad de condiciones, y ambas partes están en libertad de no firmar el contrato.
Una alianza también es un acuerdo. Sin embargo, las alianzas en la Biblia no suelen ser entre iguales. Por el contrario, siguen el patrón común de los tratados entre el soberano y sus vasallos, en la antigüedad del Cercano Oriente. Los tratados entre el soberano y sus vasallos (como se ve en el caso de los reyes Hititas) eran pactados entre un rey conquistador y el conquistado.
No había ninguna negociación entre las partes.
El primer elemento de estos pactos es el preámbulo, que identifica a las partes respectivas. Éxodo 20:2 comienza diciendo: "Yo soy Jehová tu Dios". Dios es el soberano; el pueblo de Israel son los vasallos.
El segundo elemento es el prólogo histórico. Esta sección describe lo que el soberano (o el Señor) ha hecho para merecer la lealtad, como el haber liberado a los hebreos de la esclavitud en Egipto. En términos teológicos, esta es la sección de la gracia.
En la siguiente sección, el Señor detalla lo que exigirá de quienes están bajo su gobierno. En Éxodo 20, estas exigencias son los Diez Mandamientos. Cada uno de los mandamientos era considerado un compromiso moral asumido por toda la comunidad que hacía el pacto.
La parte final de este tipo de pacto detalla las bendiciones y las maldiciones. El Señor describe los beneficios que le corresponderán a los vasallos que acaten lo estipulado en el pacto.
Encontrarnos un ejemplo de esto en el quinto mandamiento. Dios les promete a los israelitas que serán largos sus días en la Tierra Prometida si honran a sus padres. El pacto también describe las maldiciones que sobrevendrán si el pueblo no cumple con sus responsabilidades. Dios le advierte a Israel que no los liberará de culpa si no honran su nombre.
Este esquema básico es también evidente en las alianzas de Dios con Adán, con Noé, con Abraham, con Moisés, y en el pacto de Jesús con su iglesia.
En los tiempos bíblicos, las alianzas eran ratificadas con sangre. Era una costumbre para ambas partes de la alianza pasar entre animales despedazados, como prueba del acuerdo establecido en los términos de la alianza (véase Jeremías 34:18).
Tenemos un ejemplo de este tipo de alianza en Génesis 15:7-21 en donde Dios le hizo determinadas promesas a Abraham, las que fueron ratificadas por el sacrificio de animales. Sin embargo, en este caso fue solo Dios el que pasó entre los animales divididos, indicando de ese modo que se estaba comprometiendo por medio de un juramento solemne a cumplir la alianza.
La nueva alianza, el pacto de la gracia, fue ratificada por el derramamiento de sangre de Cristo sobre la cruz. En el centro de esta alianza está la promesa de Dios de la redención. Dios no solo ha prometido redimir a todos los que confían en Cristo, sino que ha sellado y confirmado esa promesa con el más sagrado de todos los votos. Servimos y adoramos a un Dios que se entregó a sí mismo para nuestra plena redención.
RESUMEN
Los elementos de un pacto son los siguientes:
1. El preámbulo: identifica al soberano.
2. El prólogo histórico: describe la historia de la relación entre las partes.
3. Las cláusulas: se detallan los términos del pacto.
4. Los juramentos/votos: las promesas que comprometen a las partes a cumplir con los términos del pacto.
5. Las sanciones: las bendiciones y las maldiciones (las recompensas y los castigos) a ser ejecutadas por guardar o romper el pacto.
6. La ratificación: el sello del pacto con sangre; es decir, el sacrificio de animales o la muerte de Cristo. 
PASAJES BÍBLICOS PARA LA REFLEXIÓN

Génesis 15, Éxodo 20 Jeremías 31:31-34, Lucas 22:20 Hebreos 8, Hebreos 13:20-21.